...mi madre. Lo cogí.
(Conversación telefónica)
Mi madre: ¡Hija! ¿Qué tal por Londres?
Yo: Bien, ¿y por ahí?
Mi madre: Bien.
Yo: ¿Y Marta qué tal está?
Mi madre: Bien, disfrutando de París y del verano.
Yo: Ah bien, bueno te cuelgo que estamos aprendiendo ingles.
Mi madre: ¿Estáis en una academia o algo así?
Yo: No -me reí- pero aprendemos por la tele.
Mi madre: Ah bien, me parece perfecto que estés dispuesta a aprender inglés.
Yo: Me gusta.
Mi madre: Me alegro, adiós hija.
Yo: Adiós mamá.
Colgué, intercambié miradas con Marta, la negué con la cabeza. Estuvimos viendo la tele, y por la noche una película, que no me enteré ni de la mitad. Nos fuimos a dormir pronto, llegaba la hora de aclarar cosas con Marta. Me senté en su cama.
Yo: Cuentame todo.
Marta: No hay nada que contar.
Yo: Venga, eso no te lo crees ni tú, cuenta.
Marta: Vale, ¿por dónde empiezo?
Yo: Por el principio.
Marta: Eso, es fantástica, he volado más alto que nunca... -se la veía sentimental-, no tengo palabras para describirla, a ella.
Yo: Oins que bonito es el amor... Suertuda...
Marta: Tú también tienes oportunidades.
Yo: Ya, pero no quiero aprovecharlas.
Marta: ¿Por qué?
Yo: Porque no es mi prototipo de chico.
Marta: Entiendo...
Yo: Pero presiento que es el amigo ideal.
Marta: Puede ser, déjate llevar por el instinto, a lo mejor luego te arrepientes.
Yo: Nada es imposible...
Seguimos hablando, del mismo tema y razonando las cosas... Me contó todo, desde que se fueron a hablar a solas hasta que vinieron, eran más monosas... Aunque Marta sea una chica que le guste otra chica, no tiene nada de malo, no sé porque hay gente tan relativamente estúpida como para discriminarlas o marginarlas, pero bueno, allá ellos, la vida te devuelve, una a una, las cosas que tú haces.
La sonreía mientras me lo contaba, estaba imaginandome con ese chico, que me hiciera sentirme especial, que me hiciera llevarme hasta las nubes o incluso más... Pero me parece a mí que el destino todavía no me lo trae, esperaré, esperaré por él. Era hermoso todo lo que me contaba, cada palabra que ella la había dicho a Rocío, cada gesto, cada mirada, cada sonrisa... Todo eso me lo estaba describiendo, con muchos detalles... Y vale, lo admito, tenía envidia, por el amor que sentían ambas.
De repente a Marta le sonó el móvil, pero como estaba tan concentrada contandome eso me dijo que lo cogiera yo, yo la obedecí y lo cogí.
(Conversación telefónica)
Yo: ¿Sí?
Persona: ¡Hola Marta!
Yo: No soy Marta, soy una amiga suya.
Persona: ¡Oh! Lo siento.
Su voz era tan dulce como cualquier cosa con azúcar... Parecía la voz de una chica.
Yo: No pasa nada, ¿quién eres...?
Chica: Soy...
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